martes, 15 de mayo de 2012


C E L E B R E X
Llega como un tumultuoso recuerdo de un mes que quería olvidar, las sirenas y el griterío y los entes acosadores y chismosos, que en ese momento quería desvanecer.
No pude captar la cronología del tiempo, es más, no podía contarles que fue primero los antimotines o las lágrimas de mis hermanos.
Sólo pude meter el miedo en una caja de Pandora y llamar al pelotón de Fusilamiento para aniquilar las lágrimas que esperaban órdenes para salir a estribor.
Miraba desde mi ventana rota las alarmantes  luces bicolores y los vecinos que observaban desde sus umbrales – como queriendo ayudar, pero sin hacer nada-.
Un gesto de dolor en su cara al inclinar la cabeza para meterse al carro-patrulla, con sus manos temblorosas y los labios convulsivos.
Una caja de Lyrica en la mano y un frasco de insulina.
Es así como recuerdo a mi madre cuando se ausento por primera vez.




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