C E L E B R E X
Llega como un
tumultuoso recuerdo de un mes que quería olvidar, las sirenas y el griterío y
los entes acosadores y chismosos, que en ese momento quería desvanecer.
No pude captar la
cronología del tiempo, es más, no podía contarles que fue primero los
antimotines o las lágrimas de mis hermanos.
Sólo pude meter el
miedo en una caja de Pandora y llamar al pelotón de Fusilamiento para aniquilar
las lágrimas que esperaban órdenes para salir a estribor.
Miraba desde mi ventana
rota las alarmantes luces bicolores y
los vecinos que observaban desde sus umbrales – como queriendo ayudar, pero sin
hacer nada-.
Un gesto de dolor en su
cara al inclinar la cabeza para meterse al carro-patrulla, con sus manos
temblorosas y los labios convulsivos.
Una caja de Lyrica en
la mano y un frasco de insulina.
Es así como recuerdo a
mi madre cuando se ausento por primera vez.
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