viernes, 25 de mayo de 2012
AXOLOTL
De repente todos los monstruos se callaron, guardaron sus armas y empezaron a besarse muy suavemente. Como era de suponerse ella tenía unos ojos muy encendidos , pero con el tiempo se hicieron grises.
Sus cuerpos de plastilina se derretían con los años, se retorcían por varios meses de silencio que jamás acabaron. Dientes, dientes, por aquí y por allá.
cuando entraron a la casa, ambos cambiaron sus ropas de noche y pusieron sus pijamas de ancianos.
Ambos envejecieron tantos años en una noche y al despertar, la casa estaba llena de ajolotes azules que cantaban a coro y se subían a la cama. Empezaron a tirarles flores anaranjadas y ellos no entendían aquello.
Hasta que uno se metió por su vientre y anido durante un tiempo.
Cuando el ajolote nació, ella lo alimento de su pecho, sus ojos brillaban como antes, sus ojos azules metálico y su cuerpo de anfibio se metieron a un charco sin nombre y se alejaron por los años del olvido.
Él permanecío dormido, en la cama envejeciendo solo.
martes, 15 de mayo de 2012
C E L E B R E X
Llega como un
tumultuoso recuerdo de un mes que quería olvidar, las sirenas y el griterío y
los entes acosadores y chismosos, que en ese momento quería desvanecer.
No pude captar la
cronología del tiempo, es más, no podía contarles que fue primero los
antimotines o las lágrimas de mis hermanos.
Sólo pude meter el
miedo en una caja de Pandora y llamar al pelotón de Fusilamiento para aniquilar
las lágrimas que esperaban órdenes para salir a estribor.
Miraba desde mi ventana
rota las alarmantes luces bicolores y
los vecinos que observaban desde sus umbrales – como queriendo ayudar, pero sin
hacer nada-.
Un gesto de dolor en su
cara al inclinar la cabeza para meterse al carro-patrulla, con sus manos
temblorosas y los labios convulsivos.
Una caja de Lyrica en
la mano y un frasco de insulina.
Es así como recuerdo a
mi madre cuando se ausento por primera vez.
UN DESCANSO
PARA YOLÁN.
La reina ha soltado todos los gases de su
cuerpo, ahora está delgada y sin inspiración, durante el funeral la corte lleva
máscaras de carnaval, el ruiseñor tiene un vestido verde, el conejo va con un
largo sombrero que se parece a su cola y el ratón viste unos pendientes de oro
rojo; todos llevan su loción favorita y el palacio entero huele a madera.
Suenan las trompetas de cristal y la princesa
baja con un enorme vestido que hace ver sus encantadores ojos cafés. Grises los
arboles lloran por su reina muerta y preparan todo para el funeral.
Cantan todos en su honor y las damas lloran
color azul.
Muerta la reina, todos los príncipes emprenden
una batalla para conspirar, las murallas del castillo se derriten y mientras
las paredes se vuelven miel, una gran cuchara embiste al batallón y todas las
hojuelas se deslizan por una rosada y caliente lengua humana.
Desnuda y ya sin piel la reina renace como un
ave entre la sangre, entra al cerebro y se revuelca. Te ha hecho un agujero en
el cuello y por ahí te drena la inspiración.
Te viola.
Resucita sin piel y con un vestido de lana se
sumerge en un valle de lágrimas.
Donde canta para hacerte dormir.
A Z U L M E T A L I C O
A Z U L M E T A L I C O
Creo que debemos hablar, comentó la dulce
Lluvia.
Lluvia había visto
crecer sus delirios por muchas noches, ya no sentía placer al ser penetrada por
los señores Influyentes y los Generosos.
Respondía únicamente al
particular brillo de las cosas cuando uno no duerme bien y a los sonidos de los
autos cuando llenan sus culos de un denso smog y al pésimo audio de los videos
por celular.
Lluvia y yo éramos amigas, nacimos en lo que ahora es un
gran latifundio de drogas; antes se llamaba La Cuesta de Las Comadres.
Pintaba sus hebras de
cabello de un colorado de ocaso y cubría sus pechos con una tela que la hacía
de frazada; también sus piernas, cuando nos subíamos a la combi de las cinco y
media.
Huimos de La Cuesta
de Las Comadres después de que me
embaracé de Néstor. En la capital, aborté al niño apretando las piernas cuando
salió el cuerpo; así la cabeza quedó dentro y quietecito durmió en una bolsa de
plástico por Milagros.
Viajamos hasta Mérida
por un gran camión de Lechugas que tomamos en La Merced (por el mes de Abril de
este año). Conseguimos un empleo de meseras en el Bar Crucero, cerca de la
iglesia de San Cristóbal, ahí los olores podía durar hasta por tres días en la
ropa.
La primera vez que los
dedos fríos tocaron mi pierna sentí una asquerosa y placentera confusión.
Terminé ganando 75
pesos porque me llevaron a un motel cercano. Fue rápido y fácil.
Lluvia en cambio cada
día sus ojos tristes se perdían como un rió de agua podrida.
Lluvia viste de un
piscis débil—un pajarillo— y lleva mis
pantaletas, está con los brazos fuertemente cerrados, el hocico con la lengua
por fuera, aprieta sus manos frente a su vientre mientras recibe puñetazos en
su pálido rostro.
El cuarzo verde de sus
ojos se infla como un globo de feria.
Se manchan de sangre;
explotan.
Su boca recibe lo peor,
parece como aplastar una rosa.
APRETAR LA ROSA (SU
NECTAR DE SANGRE).
El voltea su cuerpo la
pone boca abajo y la embiste hasta abrirla como un pozo oscuro.
Corren hilos de plata
escarlata por su cara manchando la colcha lavanda.
Embiste, rompe,
alimenta.
Traga y vierte alcohol,
introduce la botella, la rompe.
Tuvo que doblar su
cuerpo como leña para meterla en el taxímetro.
Después de pasar las
llantas encima su cuerpo huele a morado; huele a limón. Huele a bebé.
Como un segador
arrastra sus cuerpos sin olor.
Sobre el verde pasto de
la plaza queda un periódico que ha doblado la noticia.
Y el día se nubla,
lloviendo azul.
Azul metálico.
Porque siento miedo cuando tientas al Sol
lleuven desde ayer
lila,rojo y hojas que no te sienten
y más de mil lágrimas de miedo
pobres desiertos la tierra, el monte y el cielo
colgaré de tus cabellos
sin tu aliento así como me llamas
para la noche ya estaré muerto.
Al mirar por el cristal
violento volar del ave negra
descubrió de mi guarida mi secreto de infancia
una herida con olores se baña muy discreta
crece su miedo
y mientras temblamos me rompe el cristal
es un nido de luces de ojos cansados
y por el pico lleva una vela
la última pluma de mi infancia.
peligro peligro
peligro
y me sigues atrapada en el camino de una flor
y me sigues en el reflejo de tu sol
apagado
y te dañas sin razón
peligro peligro
peligro
Metamorfosis de la Luna de Marte
En el mundo me tiñes roja
te desnudas eres de lunas rotas
corres después de morder
para ver si te sigo viento rosa
tu cuerpo acústico
sábana de un volcán
tu vientre una roca quédate quieta
azul seco
déjame alzar en tu piel.
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