lunes, 30 de abril de 2012


Son tus ojos
navegantes cunas de olvido
huesos puestos a deprisa de una cama sin forma.
Laberinto líquido de pequeños renacuajos bebé
 y ángeles que jamás tus ojos vieron.
Me asaltan
Y al final te has ido
dibujándome el olfato
que pasea por las vías
y se pierde en el tránsito lento
de tu mirada.


Tavo.     
 Estoy molesto don Pichetas. Mi dedo no cabe tato en mi nariz. Estoy hecho de recortes de personalidades y de huesos de medio uso. Mis zapatos son de tianguis y mi padre es un viejo mueble que alguien tiró, por otra parte mi madre fue tomada de un frasco de mayonesa y cloroformo que contenía su cuerpo; café, puro, virgen y sin desarrollo, una pequeña criatura inocente.
Y de pronto me salen estas alas de hada de los dientes. Dime, dime, no soy demasiado obeso para volar, aun así mis amigos los zopilotes me amarrarán a sus patas y me llevarán hasta el límite del cielo, donde las avecicas parecen los piojos de la cabeza redonda de la Tierra.
Estas alas de hada. ¿No son una burla? Respiro por los dos lados de mi nariz, los lunes y los martes no. Pero los viernes, los viernes que me pintan los ojos para aparentar ser una mariposa gorda y petacona, nalgona y risueña. ¡No te molestaría eso Don Pichetas!

Me vendo a la mejor lámpara que me atraiga y mi cara se estampa contra sus sucias luces de 60,35,100 mas o menos Wats; y últimamente de Neon.
Mis suaves manos de niña, frotan sus ramas contra mi cara y me quitan el rimel de polilla.
Mis vestidos de baratas se quedan todos blancos y al sentarme, un pequeño renacuajo bebé, una zanahoria de preescolar. llora y dice; déjame besarte los dedos.
Se frota una y otra vez contra mis alas y al terminar me avisan que  mis baterías se estan acabando, necesito un nuevo pericazo para no caer y lamer sus botas de piel de barro.
Y ahora, ¿ quién me quitará los pelos de mi barbilla, y ni hablar de los barros de mi espalda?
y... si se me olvidan las llaves en un arbol, porque yo soy malísima con las contraseñas.
Es todo, aquí me bajo Don pichetas.
¡Oiga! De la Virgen que llora sangre a El Llano me cobran $40 pesos, es usted un carero.

EspereEspereEsPere, Mi iPhone se queda en su aciento; gracias, Me saluda a Doña Catalina.
MI nombre, es lo único que queda de mí. Tus sueños se han ido, mi tumba sin flores se quema con el sol del mediodía. No tengo vecinos, ni amigos, ni al que le caes mal por puro gusto, no hay nadie.
De vez en cuando a alguien se le ocurre mirar mi cuerpo abierto por el sol, mis huesos que son madriguera. Mis rasposas costillas te pedirían disculpas. Soy menos de un siglo.
Aquí guardo mi carne con olor a desodorante tu beso tatuado en mi muñeca, una mirada.
Si, esa mirada, sin palabras que… es la última. Te clave los ojos entre vergüenza por mi desnudez y milagro, te sujeto, te acaricio, recuerdo el calor de tu piel. El olor del aire acondicionado pegado en tus cabellos, las carnecitas por dentro de tus ojos.
Me muevo, te grito y te pregunto. ¡Es acaso esta la última vez que te veo!
Pasa el viento, una sombra azul. Lo siento.
Cierra mi boca, por misericordia. Arregla mi casa, este sabor de mi boca sin respirar, esta agua, el olor. Miro más hacia ahí. Adiós. Reza por mi alma.