miércoles, 12 de diciembre de 2012

Como se deshace la culpa, ¿hay algún animal que se la coma debajo de sus encías? Escribiendo porque estoy enojado, de todo, de ti, de la forma en que me dejas colgado de la forma tan absurda que tienes de irte, estando. Mirándote y sin poder hacer nada, como la arena que se escapa al viento, la fuerza de una muchedumbre comiendo de tu cuerpo, alimentando con serpientes todos los adioses, tu mirada y tu voz.
¡Maldita sea tu voz! Tan dulce, tan alimentable de deseos fugaces y débiles horas en que la carne se vuelve una con tu boca.
Diamantes por tu cara y dulces sombras por tus ojos cubiertos de la maldad del mundo.
En la hora de la decadencia, no busco nada más que nadar entre esas pantanosas miradas que me tiran a lo lejos, la soledad de la carne, la castidad forzada, descubriendo entre tus brazos un aroma ajeno, descubriendo en tus silencios el frágil revoloteo de otra alma.

Ya no estás, te has ido y me has dejado tu cadáver para enterrar, debiste haberte muerto un día antes de conocerme, debiste haber vuelto al infierno de donde tus sucias caderas jamás debieron haber salido.
Debiste ser lo que eres. Una mariposa negra de mala suerte. Que se lleva el alma de quien lo azota.

Debiste con tu frágil sombra escudriñar de la basura, algún hombre sin suerte que acepte las migajas que le tiras. Una mañana debiste morir con las suaves risas de los demonios del averno.
No debiste salir de tu escondite, de tu forma de serpiente con vagina de balneario.
Debiste ser tu, la Babilonia de un esclavo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario